El lugar de celebración era la explanada del polígono de Cadesbank. Llegamos con tiempo suficiente para aparcar el coche y apalancar nuestras santas posaderas en la entrada del festival para disfrutar de unos buenos kalimotxos de supermercado. Y es que en estos festivales prima el sablazo a mano armada en la barra con unos precios a veces no-creíbles. Nosotros optamos por "lo más barato, pato" que consiste en un par de tetrabricks (y no teta-brick, aunque sería un caso curioso con la apertura por el pezón) de vino, una cocacola y una bolsa de hielos.
El escenario era el mismo utilizado en el Metalway, aunque me pareció ligeramente más pequeño. Ambientillo jebi por doquier, melenudos, barbudos, todos vestidos de riguroso negro (ni que fueramos a un funeral) y con ganas de escuchar buena música. Las chicas cada día me sorprenden más, más de una con minifaldas ultra-mega-hiper-cortas al estilo colegiala, o al estilo Morticia Addams con cadenas, pinchos y cara de mala hoxtia.
En ellos se veía de todo, aunque no tanta diversidad como en el Metalway (ayyy, cómo lo echo de menos), pero primaban las melenas al viento y barbas, muchas barbas. Pamkiller y yo comenzamos a soltar nuestra verborrea mental que no pudieron seguir los amigos con los que íbamos. Sacamos el kalimotxo y entre miradas, risas y chistes, nosotras nos partimos el ojete todo el rato (expresión que piensa patentar Pamkiller).
Cuando las ganas de mear apretaron me dirigí a la zona habilitada para ello y ¡oh, sorpesa! los señores organizadores solo habían contado con dos retretes portátiles para TODO el festi. Ni que decir tiene de la coooooooola que había, y al final muchos (y no muchas) optaron por eliminar líquidos en esquinas y callejones del polígono. Y mientras una esperaba su turno observé otra cola bastante larga y mal organizada para coger los tickets de la bebida. Unos chicos detrás de mí optaron por coger de golpe y porrazo 5 tickets para no tener que esperar tanto la próxima vez. Así que esta parte del festival no consigue por mi parte un aprobado.
Una vez fuera de nuevo agarré mi kalimotxo y Pamkiller y yo retomamos nuestra retaíla de risas y comentarios casi surrealistas. Vimos a un tio con un pendón de los Runic. No, no era una tía-pibón más puta que las gallinas, sino un estandarte vikingo con el nombre del grupo rodeado de un grupo que bien podían haber sido sacados de la peli "El guerrero nº 13". Y oye, lo práctico que es llevar unos cuernos a un concierto, te los quitas del sombrero de la cabeza y puedes usarlos de vaso y tó.
Bebimos, fumamos... y no follamos (al menos la que cuenta la historia) (bueeeno, y fumar tampoco, que lo dejé hace mucho tiempo). El caso es que con un puntillo bastante guapo comenzó el festival en cuestión. El grupo encargado de abrir el evento fueron los Redimoni. Sonaron muy potentes, y la voz del cantante cuasi idéntica al de Cradle of Fith (voz que no me gusta un pelo, lo siento). Después de la primera canción dejó a un lado la voz de ultratumba y saludó al público presente para continuar con la siguiente canción. Poco comunicativos me parecieron, aunque nosotros no les hacíamos mucho caso pues estábamos dándole al caliculi (usease un kalimotxete rico, rico y con fundamento).
Al cabo de un rato tanta música ultratumbera consiguió taladrarnos los tímpanos, y Pamkiller comentó lo agusto que se estaba cuando se callaban. Al final terminamos pasando el rato interpretando a nuestra manera lo que se suponía que el cantante decía, intuyendo un "Mi primo es gay", "Champán" y "Subnormal". Y es que es lo que tiene esa música, que para entender lo que dicen tienes que sacar un libro de instrucciones.
Es segundo grupo, Hardreams, nos gustó bastante a todos, se acercaba bastante a nuestros gustos musicales, sobre todo los de Pamkiller. Los oímos desde fuera, una música muy hard-rockera y agradable a los oídos. El cantante parecía animar más al público que fue en aumento concentrándose en el interior de recinto. Y entre tonterías varias terminamos con los caliculis y nos fuimos preparando para disfrutar de los cabezas de cartel.
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