Concierto: Blind Guardian + Leaves' Eyes (1ª Parte)

9 de Noviembre de 2006, San Diego, USA

Pos sí señó, ahí estaba la Polvorilla haciendo de las suyas en tierras americanas. Y aunque por aquí no hay demasiado jebi mental (no saben lo que se pierden) pude disfrutar de un conciertazo con los increíbles guardianes ciegos.

Sí, sí, cojonudos, qué buenos, buen sonido, buena voz, bla, bla bla... Eso ya lo podéis leer en las millones de crónicas que hay extendidas por la red. Aquí daré un punto de vista diferente. Y a quien no le guste, que no mire.

Llegamos al lugar a eso de las 8 y después de pasar por diversos controles (uno para la edad, otro para registrar los bolsos, otro para ponerte la pulserita de turno y otro para coger el ticket ¡En esto de la seguridad los americanos son únicos!), entramos en un teatro con una capacidad aproximada de... unos... más o menos... bueno, la verdad no tengo ni idea, pero puedo decir que era bastante pequeño, casi acogedor, solo faltaba un cartelito de "Home Sweet Home" en el escenario y una chimenea encendida. He leído por ahí que fueron unas 200 ó 300 personas, pero vamos, yo no me paré a contarlas.

Nos fuimos al palco donde se servían las bebidas alcohólicas con un maromo en la puerta que no dejaba pasar a nadie que no tuviera la pulserita verde de más de 21 y desde allí comprobamos que el lugar era bastante pequeño. El escenario estaba a unos metros de nosotros y desde allí se veía todo de maravilla. Así que nos tomamos algo mientras esperábamos a que el concierto diera comienzo.

Bueno, de precios ni hablemos, era más caro que el seguro del coche fantástico, pero como tampoco podía beber esa noche (seguridad al volante, chic@s) me pedí una sin alcohol (ya me desquitare a la vuelta... ¡que tiemble Madrid!) y la camarera de turno nos dijo que podíamos disfrutar de un superconciertazo sentados en los palcos por tan solo... ¡¡¡30 dólares el asiento!!! Casi ná, vamos... Así que después de pensárnoslo mucho (espero que pillés la ironía) y de que el palco comenzara a llenarse de gente nos fuimos abajo a esperar a que empezara la acción.

Jebi, lo que se dice jebi, no había gran cosa. Bueno, tó kiski (que no Kiske) con la misma camiseta de Blind Guardian que vendían en la entrada, y por supuesto, el negro primaba sobre todas las cosas. Nos quedamos atrás del todo, al lado de la mesa de sonido, pero a pesar de ello teníamos una vista espléndida, situados a unos 10 metros del escenario sobre una tarima que nos permitía ver todo, y cuando digo todo, quiero decir TODO, incluidos a los pipas que le daban el agua (o el wisky) a los artistas. Ni palco, ni ostias. Una gozada, para qué pedir más. Y además con espacio alrededor, sin cabezones que me quitaran la vista, ni empujones, ni nada. Mil veces mejor que en el Ripollet Rock (así podían ser todos los concierto, leñe).

No había mucha gente y si hubiera querido me hubiera plantado en primera fila sin problemas (que para algo soy una polvorilla) pero no tenía ganas de sacar mi lado más bestia, y para conseguir un saludo de los Guardian o de los Leaves' Eyes apiñonada entre un montón de tíos yankis, pos no me apetecía, la verdad.

Al poco rato aparecieron en el escenario (pequeño y acogedor) los teloneros de los Guardian en su gira americana, los noruego-germanos Leaves' Eyes, grupo liderado por la ex-vocalista de Theatre of Tragedy, Liv Kristine.

Su estilo de música gothic metal con elementos de folk metal (sacado de la wikipedia, ojo, que para eso somos unas pofesionales) no es uno de mis preferidos, pero hay que reconocer que los Guardian han sabido escoger a un gran grupo como teloneros.

Tuvieron al principio algunos problemas con una guitarra, y el guitarrista en cuestión estuvo entrando y saliendo a bambalinas y hablando con el pipa de turno hasta que por fin se arregló.

De la cantante me quedé con su contínuo movimiento de manos hawaiano-egipcio. Su voz lírica se mantuvo en perfectas condiciones durante toda la actuación. Después de cada canción siempre decía con una vocecilla de no haber roto un plato en su vida "Thank you very much". Es casi lo único que dijo en todo el concierto además de presentar a su "beloved husband". Aunque con esa vocecilla como para tomarla en serio, jeje. Para eso estaba alli su maridito, tiarrón de casi dos metros con una melena de metro y medio que se encargaba de animar al público, además de participar en alguna que otra canción con su voz gutural igual de acojonante que él mismo.

Su actuación duró poco mas de 60 minutos (más o menos) y sin bises ni ná se despidieron dejando muy buena impresión en el público.

Y después, cambio de escenario y a esperar a que los bardos hicieran su entrada. Y lo hicieron con un aviso a la mesa de sonido desde el escenario tras el cual el público comenzó a pedir a gritos que salieran. Ahora era el turno de la gran banda, Blind Guardian.